Nuevo capítulo de 'Paradojas de la Historia'. ¿Cómo es posible que un señor, de etnia gitana y de origen catalán, cosechara tal éxito durante el régimen franquista? Una posible respuesta: No comment. Qué más le daba a la censura. Lo importante era que el nombre de España sonara a nivel mundial y que, sobre todo, no fuera sinónimo de dictadura. Y ahí entraron entre los mejores Peret o Los Bravos, además de una larga lista de juguetes rotos que todavía hoy son regurgitados por la televisión para delirio de nostálgicos de aquella época de encefalograma plano cultural. Afortunadamente, Peret fue mucho más que eso, y el tiempo le ha dado la razón. Ineludible hablar de él como alma máter de la rumba catalana.
Murió ayer sin que le diera tiempo a cumplir ochenta años. Si sirve la muerte para indagar lo que fue la vida, la vida nos lleva al hijo de una familia humilde que no fue a la escuela porque tenía que vender telas con su padre, que aprendió a leer de forma autodidacta a través de los carteles publicitarios que iba encontrando entre Cataluña y Baleares, que muy joven viajó a Argentina no precisamente para tocar la guitarra, etc etc. Primero conquistó Barcelona y, más tarde, un tablao madrileño llamado El Duende que permitió la consagración definitiva de la figura y el género, a partes iguales. Ese giro de guitarra, los dos palmeros, el estampado, las campanas, y lo
mejor de todo, el blanco y negro... En la memoria cultural de este país queda el legado y el recuerdo de Pedro Publil Calaf.