Ehhhhh!!.... Mmmm!!... Pufff...!! No sé por donde empezar, no sé cómo seguir y, ni mucho menos, a qué conclusión puedo llegar. Lo miro y lo remiro, a ser posible a diversas horas del día para así evitar prejuicios, vicios o malas impresiones del instante. Una cámara fija enfoca a una mujer y a un hombre, sentados plácidamente en un viejo sofá y bañados por la mortecina y rojiza luz de lo que parece un sótano. La imagen es defectuosa. Sucia y con interferencias. Se trata de Dean Blunt y una acompañante que en la "trama" emana algo cercano a la indiferencia más fumada. Pelo mojado, gafas de sol, "Miami" y piernas cruzadas: la tensión también es disfrutable.
Ritmo machacón. Oscuridad. Confusión y palabras cayendo al suelo. Todo muy gélido, incluso con la susodicha mortecina y rojiza luz, y a medida que se van sucediendo los golpes aflora un regusto a hedonismo entre el trastorno y el placer. Sí, muy extraño... y desconcertante. No sé si calificarlo de bueno o malo, agradable o incómodo, si el martilleo y la simplicidad del vídeo es digna de un iluminado u otra tomadura de pelo, una más en el vasto panorama de la vanguardia musical contemporánea. Mientras averiguamos qué sentido tiene esto, inspeccionemos de nuevo el lugar del siniestro.