jueves, 12 de junio de 2014

Lykke Li - "No rest for the wicked"

Parte de la crítica se ha cebado con la sueca. Su disco recién publicado, I never learn, no tiene la misma intensidad que las entregas del pasado. Y qué más da. A sus 28 años y después de unas cuantas vueltas por el mundo, desde Portugal y Marruecos hasta Nepal y Estados Unidos, Lykke Li sigue generando canciones más que reseñables, y ésto por dos razones: primero, porque viene de una familia muy interesada desde siempre por el arte y la cultura; lo segundo, porque no le basta con la teoría. En la práctica, sus inquietudes artísticas se traducen en un deseo por significar algo más que lo esperable. Qué pena, sin embargo, que los títulos de las canciones resulten tan previsibles.


El vídeo toma como punto de partida la discriminación racial. Se enmarca en el triángulo inmigración-amor-trabajo y bosqueja, a través de una pareja de amantes, la intolerancia en el ámbito rural. En concreto, un hombre de raza negra acaba apaleado en un pequeño pueblo de quién sabe donde. Si no supiéramos el origen de Lykke Li seguramente se nos estaría ya llenado la boca con la "América profunda" y expresiones similares. En resumen, nos encontramos una canción tremendamente bella, con el piano y el estribillo como protagonistas estelares.


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