jueves, 11 de junio de 2015

Si Edward Hopper levantara la cabeza...

...pues, sin lugar a dudas, le entusiasmaría. La propuesta de Circuit des Yeux o, dicho de otra forma, de Haley Fohr, rezuma la personalidad suficiente como para entusiasmar a todos aquellos que ven en la experimentación el camino ineludible hacia la catarsis. Y quién sabe si esas extrañas conexiones con lo pictórico tendrán algo que ver. No se trata únicamente de Hopper. He aquí, en la portada de In plain speech, el influjo de Magritte, y sin escuchar ni una sola nota musical. 

In plain speech es el cuarto trabajo de Circuit des Yeux.
Que los esquemas creativos están consolidados desde hace décadas, siglos tal vez, es algo claro a todas luces; y que la búsqueda de nuevas vías sólo se hace posible a través de probaturas es más que obvio. Pero la tan traída experimentación supone un arma de doble filo porque, no nos engañemos, con tal membrete se catalogan tantas "basuras musicales", diría Battiato, que cuando algo suena lo bastante distinto como para que te brillen los ojos es, cuanto menos, de agradecer.

Hopper expuso "Mañana en la ciudad" en 1944.
 Probablemente sea todo y nada, pero la huella del pintor americano va más allá de las imágenes, porque ponerle banda sonora al mejor paisajista de la tristeza urbana se supone una utopía que, seguro que sin proponérselo y desde la inconsciencia, la artista de Chicago lo ha logrado. 

"Do the dishes" recrea la soledad al más auténtico estilo hopperiano.
Será por la voz de barítono, o tal vez por ese audiovisual que parece un cuadro en movimiento de Hopper, o quizás porque la atmósfera navega entre la soledad y la elegancia más soberbia. Al otro lado de la ventana, entre la mesa de la cocina y el galope de la cinta, la figura humana consume las horas mientras el mundo, ahí fuera, sigue su ritmo. Lo que más me entusiasma: el final. Tan largo como el nudo de la historia, si es que hay nudo.



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