jueves, 9 de enero de 2014

"La leyenda del tiempo" - Camarón de la Isla

Lo publicó en 1979 y sentó fatal a los camaroneros de pura cepa. Al disco le costó arrancar, según reconocía hace unos meses Ricardo Pachón, responsable de buena parte de sus discos. Y es que musicar a Lorca con sonoridades del rock o del jazz no cuadraba a su público de siempre. De hecho, la portada ya era un desafío. El cantaor suprime su lugar de origen y, encima, utiliza una tipografía a lo Chicago.


 Con el paso del tiempo aquel experimento se convirtió en una bendición para los amantes de la fusión sonora. Cuando echas un vistazo a los títulos de crédito lo entiendes todo. Si suena a Alameda es porque, precisamente, Alameda tomó parte en la producción; añadimos a los hermanos Amador (Pata Negra) y Kiko Veneno (con "Volando voy"), además de a Tomatito, y cualquiera con dos dedos de frente puede apreciar una calidad excepcional a prueba de bombas.


Lorca reflexiona en el poema sobre el paso del tiempo, dándole un toque de resignación que ya encontramos siglos antes en el barroco español. Más cercano al carpe diem, Góngora aconseja a una joven:

goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente, 

no sólo en plata o víola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente 
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

En cambio, Quevedo es todavía más pesimista:

Vivir es caminar breve jornada,
y muerte viva es, Lico, nuestra vida, 
ayer al frágil cuerpo amanecida, 
cada instante en el cuerpo sepultada.



Y en otro soneto, múcho más contundente, presenta los dos tercetos más aterradores de la lírica castellana:

Ayer su fue; mañana no ha llegado; 
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.

En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.

Dos siglos antes, en el XV, un noble castellano llamado Jorge Manrique escribía en las Coplas a la muerte de su padre una visión muy reposada sobre el paso del tiempo:

Este mundo es el camino 
para el otro, que es morada 
sin pesar; 
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada 
sin errar; 
partimos cuando nacemos, 
andamos mientras vivimos, 
y llegamos 
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos 
descansamos.

No era la moda en la Edad Media, sin embargo, entender el tránsito del tiempo de una forma tan light y apacible. Las Danzas de la muerte evidencian, en este sentido, un terror irónico y atroz al fin de la vida.


Tan cerca de Lorca como del hombre medieval, exclamaba Schopenhauer en el siglo XIX:


¡Cuán larga es la noche del tiempo ilimitado si se compara con el breve ensueño de la vida!

Finalemente, revisando el tópico grecolatino del Carpe diem, Jim Morrison animaba al disfrute del presente con un falso hedonismo plagado de excesos. 





Fuentes: 8duros y MrHappyDeaht (youtube)

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