Damien Jurado se nos ha puesto como muy mítico, sobre todo muy pitagórico, aludiendo a los números como fuerza motriz de la humanidad. Vamos, que se ha dejado caer hacia el origen de los tiempos. Y, lo que está muy bien, acompañado de un vídeo excepcional: naturaleza salvaje, figuras en busca de algo desconocido y un desenlace excepcional.
El de Seattle sigue resultando original, que es lo que importa. Musicalmente no ha soltado la senda de la experimentación. Después de diez discos continúa explorando el universo musical a la caza de nuevas sonoridades. Comenzó allá por los noventa con el folk como referencia básica para adentrarse en muchos caminos, tal vez difusos, pero ahí está la gracia. ¡Qué cansados son esos artistas guitarra acústica en mano que repiten hasta el infinito los mismos esquemas machacados durante décadas por otros cien mil artistas más! Se grababa en cintas de cassette, al tiempo que registraba cualquier sonido que hiciera buena combinación con sus versos. Con el paso de los años nos encontramos ante una canción como "Silver Timothy", con efectos especiales de andar por casa para generar una atmósfera interespacial... El ensamblaje, galáctico.
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